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Viajes de fin de curso, o cómo sobrevivir a 25 aprendices de delincuente.

Ay el mes de mayo, qué buen mes! A todo el mundo le gusta mayo, verdad?
Oh, mes de mayo! Mes de las flores, de la alegría!
Oh, mes de mayo!Los pajaritos cantan, las nubes se levantan..

Meeeentiiiiraaaaaa! Mentira, mentira, mentira podrida! Mayo es un auténtico infierno para nosotros. Los niños empiezan a invadir el tubo, el avión empieza a oler a sobrasada y lo peor es que los adolescentes instituteros se van de viaje de fin de curso.
Durante mayo y junio todos los tcp´s rezamos porque en nuestra programación no aparezca PMI ,IBZ ,AGP 0 ALC.  Y lo peor es cuando en el mismo día, te tocan dos códigos mágicos tipo MAD-PMI-VLC-IBZ-VLC (Madrid-Palma de Mallorca- Valencia-Ibiza-Valencia)

No sé…imagino que yo también habré pasado por la etapa caótica en la que creía que me podía comer el mundo, pero estoy convencida de que jamás he llegado al punto de descaro y mala educación que demuestran algunos pequeños delincuentes.
Podría recordar muchos vuelos de fin de curso en el tiempo que estuve volando, pero tengo uno grabado a fuego porque cuando aterrizamos y abrí puertas, se me pasó por la cabeza empezar a desembarcarlos sin esperar a las escaleras.
Era un Madrid-Ibiza en un avión de 50 pasajeros. De los 50 pasajeros, 25 eran instituteros de la ESO y 5 eran responsables de los instituteros.

Mientras esperaba a que el comandante me diera el ok para empezar el embarque, me dió tiempo a analizar a los 25 personajillos se agolpaban en las escalerillas del avión. Cada uno en su línea.
Uno discutía con la coordinadora porque le había mandado apagar el «cigarrillo» que acababa de encenderse.
Otra intentaba comerse a uno de los chicos mientras se sobaban delante de sus compañeros. Y un grupito de 5 o 6 cantaban una especie de himno lúdico-festivo sobre cervezas y playa.

-Capi, creo que vamos a tener un vuelo muy ameno
-Bueno, paciencia y si se pone fea la cosa, avísanos. Take it easy, Lucy! Puedes empezar el embarque.
… … … …
-Buenas tardes!;  Hola, buenas tardes! ;  Hola! ;  Bievenidos, buenas tardes!
Uno-de-los-25: Ey! Se puede fumar aquí?
-No, lo siento! Pero el vuelo es muy cortito, no se preocupe… Buenas tardes!; Hola!
Dos-de-los-25 (mirando a mi compañera): buuuuh, cómo está ésta!
-Por favor, no se paren en el pasillo. Buenas tardes!; Hola, buenas tardes!
Uno de los responsables de los 25: Por favor no les sirváis alcohol que si no…
-No se preocupe caballero, intentaremos que no prueben ni una gota.

Increíblemente, los instituteros son los únicos que atienden a toda la demostración de seguridad. En cuanto ven que la azafata se pone en medio del pasillo se quedan anonadados y además, aplauden como posesos cuando acaba la demo.

En cuanto sacamos el carro al pasillo, empezó el show:

– Hola. ¿Qué desea tomar?
– ¿Es gratis?
– Sí señor.
– ¿ Y qué hay?
– Zumo de naranja, de piña, de tomate, de melocotón. Coca-Cola, Fanta Naranja, Fanta limón, tónica, agua, agua con gas, cerveza sin alcohol…
– ¿Y Ron no tienes?
– Sí tengo, pero no tengo permiso para servírselo.
Putos Endemoniados profetas. Siempre dando por culo  fastidiando al personal, colega!
– Bueno…un zumito?
– Sí y pórtate chica, ponme un Ron pa mi y otro pal Sergio.
– No puedo servir alcohol a menores de edad, lo siento.

Mientras tanto, mi compañera se dedicaba a decirle a dos dulces niñas de 17 años que los chicles se tiraban en la papelera, y no se pegaban en las revistas Aladierno. Y mientras yo le daba una almohada al único que parecía un poco decente de los 25, el individuo de antes y su colega Sergio se sirvieron a gusto unas 3 botellitas de Ron y 1 de ginebra.

-¿Han cogido botellas del carro?
– No. Yo no.
– ¿Y por qué está abierto y faltan 4?
– No sé. Nosotros no fuimos…
– ¿Saben que coger artículos del avión sin consentimiento está penado?
– ¿Por quién? ¿Por tí, nena?

Obviamente, no me seguí peleando con ellos. Hasta cierto punto era normal que no les impusiera demasiado una sobrecargo de 22 años…
Después de repetir 10 o 12 veces que no iba a servir alcohol, de regañar a uno porque estaba jugando con la bolsa del chaleco salvavidas, después de llamarle la atención a otro que bromeaba con que llevaba marihuana y se iba a fumar un «porrinchi» en el baño, de pedirle un par de veces de manera amable y otro par de manera poco amable a una parejita que bajara la música hardcore que llevaban puesta, y de pedir disculpas a  los otros 20 pasajeros que viajan felizmente a la isla, pude por fin recoger el servicio a bordo.

Durante el descenso, conté hasta 5 que se desabrocharon el cinturón y se levantaron tan panchos a coger sus bolsas en el rack. A otro le sonó el móvil en la fase de aterrizaje a escasos metros del suelo, y en el tono de voz en el que hablaba, todos los que estábamos allí dentro nos enteramos de su conversación. Obviamente, sobra decir que los 25 se levantaron de sus asientos y se quedaron de pie cuando todavía estábamos rodando en pista, sólo unos segundos después de que el avión tocase suelo y pese a mis continuos avisos de que permanecieran sentados.
Era como hablar con una pared…estaban demasiado ocupados encendiendo sus nokia 3200, como para escuchar a la azafatilla.

Por supuesto, porque la Ley de Murphy se convierte en Código en el mundo de la aviación, la jardinera (el autobús que lleva a los pasajeros desde el avión a la terminal) tardó más que nunca en llegar. Así que esos 10 minutos, fueron de los más largos de mi vida.
Por fín llegó la jardinera…

-Hasta luego, gracias! adios, buenas tardes! Adios! Hasta luego!
– … chundaa-chund-chundaa, subidóoooon
-Gracias, buenas tardes! Adios, gracias!
– … qué hacemos primero, playa o piscina?
– Adios, gracias! Los chalecos que se llevan sus 25 delicuentes, pueden devolverlos al personal de tierra de la terminal…

¿Y adivináis quién se subió al avión 7 días después en el Ibiza- Valencia? Pues los 25 delincuentes de la ida…más Pocholo y su mochila…

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